jueves, 8 de noviembre de 2007

Un error...

Refiriéndose a quienes se dedican a la literatura Franz Kafka dice: Faltan personas coherentes y por eso no hay acciones literarias coherentes. (Un asunto concreto es empujado hacia abajo para poder observarlo desde arriba, o es impulsado hacia arriba para que uno pueda afirmarse a sí mismo allí arriba a su lado. Un error). Difícilmente se podría hacer una mejor descripción de la manera como los asuntos concretos son tratados por los actores sociales en Bolivia. Sin ningún criterio de búsqueda del bien común, los asuntos son empujados hacia abajo para poder observarlos desde arriba, descalificándolos, o son impulsados hacia arriba para usarlos como cuña de amarre en una situación de privilegio o de poder. Pero lo realmente grave no es eso sino la falta de acciones coherentes. Es decir, el horizonte con el que se impide que los asuntos se puedan desarrollar de alguna manera es tan inmediato, tan de corto plazo, que la mayoría de veces incluso aquellos que los empujan hacia arriba o hacia abajo resultan perjudicados tres pasos adelante. Ni siquiera se tiene la suficiente coherencia para defender el propio interés o el interés del grupo al cual se pertenece. Quienes por un momento se afirman en determinada situación de privilegio saben perfectamente que sus propios vecinos, que ayer no más compartieron el mismo esfuerzo para lograr la escalada, son hoy sus más inmediatos y furibundos enemigos. Tanto que prefieren volver a forzar la caída en el fondo del foso antes de permitir que otro crezca un milímetro por encima de su propia cabeza. Un ejemplo de muchos es lo que actualmente está sucediendo con la Asamblea Constituyente. Atrincherados en el tema completamente secundario de la «capitalidad», quienes quieren impedir cualquier cambio estructural en el país han tejido una bandera que está logrando exacerbar la miopía de muchos hasta el extremo de convertirla en ceguera. Si cada uno no logra su pequeño y estrecho interés, que de ninguna manera está considerado en el contexto de lo que sería el tejido de un interés común para el país a mediano y largo plazo, pues todos ya saben que el acuerdo tácito es patear el tablero. Y quienes aparentemente defienden el tablero no lo hacen porque en realidad asuman una posición coherente y constructiva sino para intentar afirmarse arriba el mayor tiempo posible. Obviamente es una generalización arbitraria, hay desde luego quienes si están buscando lúcidamente el interés común, pero son la gran minoría. Una minoría que sabe que tiene que alimentar a sus propias bases con los alimentos envenenados a los que se han acostumbrado a lo largo de siglos: he ahí al presidente Evo Morales repartiendo cheques a diestra y siniestra para que las pirañas no se devuelvan en su contra.

jueves, 1 de noviembre de 2007

Dos Países

La afirmación de que Bolivia no es un país sino dos países no me parece exagerada. Desde luego, es una afirmación que lleva implícitos sus propios matices; el oriente y el occidente no están tan separados como quieren hacer ver quienes desde uno u otro lado intentan exacerbar pasiones regionalistas ya sea con el objetivo disimulado de defender privilegios injustamente acumulados, o para atrincherarse un poco más en la concha de un pasado histórico que se niega a dialogar con lo otro cerrándose a toda posibilidad de una construcción que no sea hecha a su manera. Los intereses en juego, internos y externos, concientes e inconcientes, no están dispuestos a dar el tiempo necesario para que la fruta posible con la simbiosis pacífica y armónica entre esas dos Bolivias madure. Quieren agarrar a patadas el árbol, hacer que la fruta verde caiga y se pudra. Lo que cabría esperar, teniendo en cuenta lo que a estas alturas del camino sabemos acerca de la especie humana, es, sin duda, una catástrofe: a uno y otro lado, las masas, arrastradas por los manipuladores de turno, seguramente sólo van a ser concientes de lo que está en juego después de experimentar lo que significa ser carne de cañón. No creo que haya un solo caso en toda la historia humana en que situaciones similares se hayan tramitado de forma distinta. No aprendemos: somos absolutamente predecibles. ¿Qué forma tendrá en Bolivia esa experiencia de ser carne de cañón? Es difícil de predecir. Hay un ingrediente especial en la manera como los bolivianos tramitan sus conflictos, que hace que cuando todas las fuerzas desatadas parezcan ir en determinada dirección, terminen yendo inexplicablemente en otra. Me atrevería a afirmar que tanto en las masas del occidente como en las del oriente hay un depósito de «sabiduría» (no se me ocurre llamarlo de otra manera) que aunque no se explicita como tal sabe pertinentemente colocar ciertos acentos en medio de las tensiones que logran evitar que la gran bomba estalle.